Lionel Henriquez B.

Ex Académico (Matemáticas) Universidad Austral de Chile 1974-2013. Desde 1990, combina su profesión, en la que ha escrito algunos artículos, con la poesía en la que tiene 12 libros publicados, 7 Monterrey (mx), 1 Junín de Bs. Aires (ar) 1 Lima (pe), 1 Valdivia (cl) y 1 Santiago (cl) y, en 8 antologías, 2 Lima (pe), 1 Barcelona (es), 1 Barranquillas (co), 1 Bogotá (co) y 2 en Santiago (cl). Poesía en http://lionelhenriquezbarrientos.blogspot.com/ y http://lionelalbertohenriquezb.blogspot.com/

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sábado, noviembre 01, 2014

ALGUNOS DE MIS POEMAS INÉDITOS ESCRITOS EN LAS DOS ÚLTIMAS DÉCADAS (1990- 2000)

A fines de s. XIX, un gran poeta secular, Ramón de Capoamor, a quién Rubén Darío consideró como su maestro, decía que todo poeta debiera publicar no solamente lo mejor de su arte, sino también lo que no considerara digno de ello. Siguiendo ese consejo, es que me atrevo a publicar un conjunto de ellos, haciendo notar que hay otros que seguirán archivados quizás por cuanto tiempo más.

Este grupo de textos lo comienzo con uno de mis primeros poemas (algunos aún los guardaré), creo que con mucho que pulir aún, incluso con mucha ingenuidad poética, pero para mi responde a mi historia humana personal, ya que se lo dediqué en ese entonces a un gran Maestro que tuve en mis comienzos y que sobre todo me llevó con sus consejos y sabiduría a lo que soy actualmente y que de todas maneras me siento orgulloso: "humanista entre mis grandes valores".

A continuación de este poema publicaré, no en el orden de fechas en que  los escribí, pues ellos los fui revisando y extrayendo de distintas carpetas en las cuales estaban archivados,  otros que no pasaron el cedazo de mi autocrítica personal para ser publicados en papel o en la virtualidad de la RED, ya sea por motivos puramente emotivos o por ser demasiado crípticos o  por responder a una filosofía de vida muy personal, o simplemente por pensar que le faltaba pulimento al momento de elegir los poemas para publicarlos.

He aquí el primero de la serie, dedicado a mi Maestro de Vida Don José Cabello Cerda quien falleció en 1996 cuando estaba cerca de cumplir el siglo de vida.

I. MAESTRO
A Don José Cabello Cerda

El padre con cariño entrega
algunas formas de arar la vida
y, por la razón de la sangre.
El maestro las suyas regala
con mente y corazón
y, por su inclinación generosa.

El maestro conjuga
la sangre y su impulso
al enseñar cono sembró
las áridas tierras
y como atesoró sus cosechas
en amplios graneros.

El maestro su mente muestra
curtida por profundos surcos
por luces y sombras embriagadoras
traslapando con pasión
el cariño aprendido de su padre
y el noble impulso de su corazón.

Cuando en el tiempo logre arar
sudando en el arañado de la tierra
con el hermoso arado
que me legó mi padre
y coseche las nutrientes semillas
a mis maestros con ternura recordaré.

© Lionel Henríquez B. 1990.
II. VENTILACIÓN

Abrí puertas y ventanas
ventilé mi enrarecido cerebro,
desde el sótano volaron sombras
de vivencias no vividas,
como mariposas nocturnas
hicieron pantalla al farol
que alumbra el camino a mi jardín.

Sus erráticos vuelos
filtraron veloces filigranas de luz,
tejieron auténticas vivencias
entre las volátiles sombras.

Juntas se posaron en mis sienes
caminaron por el cerebro de mi cerebro,
hicieron un ojo entre mis ojos
el punto luminoso
germen de nueva vida en mi alma
para renacer sentimientos
incubándolos con manos de niño
entre puertas y ventanas cerradas.

© Lionel Henríquez B. 1993.

III: LUZ

Designios del Universo:
Ustedes, plateado reflejo
de luna sobre los mares
en noche de parpadeos,
los ojos pueden solazarse
con el brillante espectáculo
escrutando sus íntimas leyes.

Tú, peregrino:
Pisas en un tiempo
la ardiente arena
los fríos labios del océano,
caminas a través de la irónica brisa
de un día primaveral;
la plata, el sol enfundan
tus entreabiertas persianas
caminas, recorres
la paradoja de la vida,
el corazón refracta los colores
en el pestañeo de tu cerebro.

Intuyo para ti otra vía:
Traspasas los espejos
con blanca túnica,
durmiendo entre bronce
madera, cemento,
desentrañas, tras suaves velos
la matriz hacia la cual encaminas tus ojos;
has de volar como satélite vigía
capturando escurridizas pinturas
que la luna sin prisa construye,
ellas por razones caprichosas
se pierden o confunden
entre mares de sargazo.

© Lionel Henríquez B. 1992

IV. VIDA

Ayer, con bastón tu ojos caminaban
entre los cojines de nubes,
las gaviotas volaban en círculo
moviendo con el viento de sus voces
las puertas y ventanas del vacío
para dar paso al sol en tu cerebro.
Se iluminaron los rincones oscuros
observaste el sillón donde dormitaba
bajo una manta, tu afiebrada imaginación.
Quisiste que el eco de las manos etéreas
lo anunciaran al cielo, a la tierra.

Hoy, no hay obstáculos a tu mirada
ella camina por la piel del océano
conjugas el verbo de tus sentidos,
permutas el apoyo a tus luceros
por pluma que escribe, dibuja
en los telones de nubes, cósmicos
con la sonriente tinta de tus sueños
los proyectas en coloquiales lóbulos,
corres por los extraviados nimbos
con el astro iluminando tu frente
y su reflejo acariciando tu espalda.

Puedes anunciar a las columnas del futuro:
¡tu ser convive con los colores de la pintura!

© Lionel Henríquez B. Junio de 1991

V. IRREFLEXIVIDAD

Profundo, silente amigo:
En canto sinuoso
en sonora pintura
se nutren los tendones.

Con sopor milenario
gorjean las palabras,
con ritmo terreno
canto celestial.

En singular marmita
ebullen las cuerdas
rebotan en cemento,
por flores ausentes.

En vibrante tejido
con ecuación de colores
el pintor resuelve
con afán de cuidado.

Partituras, pinceles
lustran, embellecen
las almas, generosamente
con claridad y elegancia.

En la entrega del mensaje
intenso y sincero
con mitigada vergüenza
el consciente no observa.

© Lionel Henríquez B. Junio de 1990

VI. AFLICCIÓN
(A mi madre, en su enfermedad terminal)

El timbre rompió los ensueños del niño en sus vaivenes, noticia infausta le entregaron:
sus hebras el cordón deshacía entre luces y apagones,los pasos no tendrían oreja, las manos no más regazo.

En vuelo de cuerpo sin cabeza, llegó a casa perdida de tiempos adolescentes, para tratar de unir los colores que la buscona traicionera, en astuto y persistente empeño lavaba en su río de placeres.

En la posada que le nutrió flores, junto a su madre y con vista de río, sus manos caminaron temblores; en unión de cuerdas hermanas compuso melodías y oraciones, intentando levantar y curar las ramas que a tierra de otro hijo se acercaban.

El reloj cumplía su trabajo, dando hilo extenso y resistente, divirtiendo a la sagaz lavandera, quien hábilmente a ella mostraba pintura añeja de su tierna infancia, con diáfanos y rutilantes colores.

Él, citando paisajes de tiempos idos, en la era de los finos nudos, trenzados con maternal cariño, la enfundó entre cuñas y cordones; con apoyo de finas hierbas e infusiones en vano y sincero intento levantaba las ramas que se inclinaban a tierra.

Cruel desilusión invadió su pecho. La parca cepillaba placenteramente, descolorando tierna mirada que al sumirse en vaivén de espejos, a sus niños nueva leche prometía. Las albas ropas ya sin agua la hechicera tendía en tosco hilo.

Sin caracol los umbilicales, succionando viaductos de luces, recibían mudos consejos para sueños y vigilia.

Él, con mejor cáscara su nuez, en tierra, aire, la semilla con renovados, frescos nutrientes, intentará llegar a celestes regiones.

© Linel Henríquez B. 1990

VII. ESPERANZA

Tus susurradores ojos
no dicen lo atesorado
por tu coqueta sonrisa.

En el día sueñas
mientras duermes
en el rincón de tu nostalgia
y viajas entre oscuros laberintos
buscando la huella de tu silueta.

En la noche
regresas a la esperanza
mientras tu piel juega con la lluvia.

¿Tendrás el futuro que deseas?
No lo sé, eso lo dirán tus ojos,
cuando se evaporen tus lágrimas
al calor del sol de tu primavera.


© Lionel Henríquez B. 1994

VIII. NO QUIERO

Tú, la que hacías volar mis cisnes
en vuelo a ras de río,
llevabas alimento a sus polluelos
todos viajando en sigilo
entre anclas de barcas mutantes.

Tú, la que entre lluvias
zozobras embarcaciones
con vientos de tormenta.

Yo, entre tanta angustia,
veo tu palpitar en las nubes
hinchadas de agua pura,
miro como las oprimes
para mojar sus desnudas pieles.

No, hoy no quiero tus huracanes
que ahuyenten el destino,
menos tus relámpagos
destructores de navíos
con mis hijos de pasajeros
hacia las columnas del horizonte.

© Lionel Henríquez B. 1994

IX. FANTASÍA

En la sinfonía de tu amorosa mirada
viajaste desde la fantasía de tus sueños,
la luna iluminó tus alas de mariposa
reflejando la policromía de sus colores,
entraste por el anillo de una estrella
en busca del universo de mis ojos.

Vivimos intensamente
en nuestros sueños aunados
con la melodía de un amor tierno,
la pasión enlazó nuestros cuerpos
iluminaste mis ojos en el amanecer.

Pero, volviste a tu lecho de pétalos de rosas
dejándome el recuerdo de tus labios.

© Lionel Henríquez B. 2003

X.  ONÍRICO-UN SUEÑO

Hay veces en que un texto irrumpe violentamente a la luz del día que alumbra nuestros pasos, pero no sé por qué motivos, el creador, en este caso yo, no lo encuentra apropiado y por lo mismo lo reescribe pensando que mejorará lo que vino de la mano de la inspiración. También, como en el caso del texto que publico a continuación de esta introducción, al releer ambos después haber pasado largos años (más de diez), no sé si mi autocrítica fue realmente acertada con lo que se publicó en esa ocasión y si resultó finalmente un texto mejor o peor. Me asalta la duda después de leer ambos después de tantos años, y que mejor jueces que los lectores para que mi mente logre dilucidarlo y así quedar con la tranquilidad necesaria, ya sea para respetar en el futuro esa inspiración o para confiar en el trabajo posterior de revisión y correcciones. Eso sí también considero la posibilidad que ambos no merecieron publicarse nunca. Pero de todas maneras siempre ha sido mi conducta creadora de ser siempre muy autocrítico con todos mis textos. Lamentablemente o afortunadamente como se quiera tomar en cuenta, el oficio de ser poeta es tremendamente difícil y obviamente, nunca he querido ser un artesano
en este bello arte y, no dando un sentido peyorativo a la artesanía, sólo que en ella las ausencias de técnicas son superadas por la laboriosidad de las manos y obviamente dándole un sentido y similitud a esta artesanía al interior de la literatura.

Dejo ambos textos a continuación:

ONIRICO

Entre acordes en armonía
con el ritmo del silencio
mis manos se unieron
a sombras que danzaban
partituras soñadoras.

Con mutante vida
bailando en los libros
encontré tu imagen
en la repisa de los recuerdos.

Me dormí profundamente.

En mis sueños
tus ojos eran los míos,
tus retinas filmaban
comedias, tragedias,
para ser proyectadas
en el cine construido
sobre las ruinas de la ciudad,
herencia de hombres modernos.

Y pagaba con monedas acuñadas en sonrisas
por ver un puñado de lágrimas de ensueños,
al reloj que en las sombras movía sus punteros,
también por la libertad de ser un espectador eterno.

UN SUEÑO

I
Entre vibraciones seculares
con ritmo de silencio,
junto a sombras que danzaban
con acordes soñadores,
te encontré.

En imágenes
el agua nos mojaba,
volvía a su río,
ese río que cruzaba tu campiña
regaba el árbol que eras tú.

Eramos solitarios
viajando entre libros
para encontrarnos
en el rincón de la habitación.

Reiniciamos el camino
del César, de Napoleón
por entre las canteras
creadoras de la mutante vida
de la Esfinge,
hacia la cita que nos fijó el Hierofante.
Y a la vista de los arenales
encontramos nuestras respuestas.

II
En mi sueño
tus ojos serán los míos,
verás de nuevo
las escenas
de las comedias
de las tragedias,
en el teatro construido
sobre las ruinas de la ciudad
que albergó milenios,
herencia a los hombres modernos.

Pagaremos con monedas,
acuñadas con sonrisas,
al reloj, que en las sombras
mueve sus punteros,
y nos entregará
una silueta
para volver
al hogar
con lágrimas
para reir y llorar.

© Lionel Henríquez B. Enero-febrero de 2003.

XI. ENCANTAMIENTO

El cuerpo vuela constelaciones
camina por galaxias, con alas en sus pies
de la Polar a la Cruz del Sur.

En archipiélago cósmico
te encuentra trasuntada en estrella,
mira, acaricia, besa tu sonrisa,
labios, piel, aman su luz, por siempre.

Son tus mujeres, encantamiento de vida
afloran de ti, la niña, la madre , la amante.
¡Perviven en él, juntas, tu alma hecha mujer!

© Lionel Henríquez. Febrero de 2004

XII. EN MIS BRAZOS TE RECOGERÉ CON MIS VERSOS

Te cantaré, mujer, espejo de mis versos:

Quiero tus dedos explorando mis continentes,
buscamos tras una playa, un verde para tendernos
junto a duraznos en flor, con sus perfumes estivales
sobre la manta de la pasión, de la ternura, suave.

Ven con embarcación al viento
pon las manos en el muelle
intérnate por los senderos
mullidos de bosques,
viviremos las flores
de las primaveras
las hojas otoñales,
los veranos del trópico
en inviernos, seremos uno
con tempestades mutantes de luz.

Adéntrate a la pradera de mi pecho conversador,
al oído te sorprenderá el reloj del Universo
paseando por los interiores de tu mundo
despertando la piel de los días.

De frente a tu costado acunarás mi alma
la harás hija, la alimentarás en tu altar
sólo con el incienso de tu mirada.
Ella te regalará tiernas estrellas
hacedoras de caminos a jardines
con los colores del arco iris.
Será locura diaria, volaremos
espirales de constelaciones
océanos de temperamentos
cordilleras de sensaciones
rutas de aves migratorias.

Serás el poema que al cantar
a la luz de los faroles de mi cerebro,
hará día a la oscuridad de mi soledad.
Serás la golondrina que vendrá
a construir su nido en mi ojos,
buscaras los brazos de mi sonrisa
encontrarás un horizonte compartido.

Mis manos se posarán en tus valles, planicies
tu cuerpo se arqueará en mis brazos
la pasión vivirá con el ímpetu
de la leña que se quema en
las brasas del horno
de nuestros soles.

Seremos por siempre dioses inmortales
haremos historia, la escribiremos juntos
con versos en las murallas de la ciudad
donde viven, perviven las pupilas del amor.

© Lionel Henríquez B. Enero de 2004

XIII. PUNTO DE INFLEXIÓN

Entorné mi voz,
entre claro y oscuro
leí mis pensamientos.

Observé mis equilibrios
en plato girador.
Miré mi cuerpo, centrífugo
impulsado al abismo.
Analicé los mudos golpes
de áuricas manos
lanzándome a las veredas
del Cosmos en movimiento,
azuzando mis arcaicas angustias.

Cien veces volé al abismo,
en mil instantes me centraron.

Reentornando mi voz
escucho mis pensamientos
en la claridad del sol,
mis ojos ven las manos de oro
trascender el acantilado
por senderos de piedra laja
hacia los velos de agua
de la gruta de los tiempos.

Leo y releo como esas manos
me conducen a las cimas de la mente
por respiraderos de luces
esquivando estalactitas.

Al volver mi voz, canto mi alegría
a los dolores ancestrales,
fortaleza de cuerpos,almas, espíritus

© Lionel Henríquez B. Junio de 1996

XIV. VOLUNTAD

Él, mirándose en espejo
pequeño, cóncavo, redondo
se encoge en detalles.

¿Cómo lo puede engañar su deseo
al punto de enfrentarlo
en burda,  soñolienta realidad,
ella lo atrapa todos los días
transformándolo en ermitaño?

Con pestañeos de luz interna
observa su vida tranquila
sobre su apasionado anhelo,
a ella le ha entregado telares
para transformarse en camafeo.

¿Cuál mejor operario?
él, quien fabrica a su capricho
placeres y tempestades.

¿Hay otro conductor tan siniestro
obstinado, con tantos ojos, pies, manos
alucinantes del hombre con sus dobleces?
Al Universo maneja a su antojo
modelando ropas de colores.

Vistiéndose con su diestra voluntad
mirándose en el plateado, curvo reflejo
modera el deseo, cruza los umbrales.

© Lionel Henríquez B. Junio de 1990.


XV. MUJER
(En verso libre y en soneto)

Desviándome momentáneamente del contenido de esta serie de poemas, por creer, que de alguna manera lo que publico ahora, hace interesante a quienes me lean y, motivado principalmente por la comparación de los poemas inéditos con los que tengo publicados, por un interés meramente personal, tanto en páginas de la WEB o en libros y antologías, los cuales se corresponden con la fecha de sus creaciones, traigo un poema publicado en la RED hace algunos años y que me motivó a reescribirlo recientemente, por lo trascendente que es el tema. Pero previo a transcribirlos necesito dar una sucinta presentación.

Hay veces en que un texto irrumpe violentamente a la luz del día que alumbra nuestros pasos, muchos dicen que es la inspiración, creo concordar en ello, pero al respecto debo precisar que es una de sus dos manifestaciones, la otra es en la cual ella se presenta por algún motivo externo o interno del creador, sólo como una voluntad de escribir o simplemente como una idea en bruto en el que la personalidad inconsciente presiona al poeta para entregarla a la luz en forma de poema, narración, ensayo, o novela, etc. A la primera la llamo Mozartiana y a la segunda Bethoveeniana, en honor a estos dos insignes y formidables Músicos, los que componían sus creaciones de manera distinta.

El primero de ellos, escribía la composición en un instante y en cualquier medio a su alcance, es decir con un cien por ciento de inspiración. En cambio el segundo, lo hacía basado en la inspiración en una idea musical y con un alto porcentaje de trabajo, en el cual poco a poco llegaba a la finalización de su obra musical. Ambos nos han legado las genialidades universales de sus obras.

Al menos estas dos formas son las que en mis lecturas pude recabar hace ya bastante tiempo. No pretendo con lo anterior en manera alguna de clasificarme en este proceder. Pero, sí en una buena aproximación a ambas, en mis trabajos literarios. Si me sucede la primera, casi todo el texto quedan invariable, pero como dice el carpintero frente al mueble casi finalizado, hay que pasarle lija para poder barnizarlo y así el mueble quede terminado, debo entonces consecuentemente revisar el texto prolijamente, buscando todos aquellos detalles que mi autocrítica no les de el pase, para corregirlos en todos aquellas especificaciones que lo desmerecen.

Este tipo de poemas en casi su totalidad me llegan con el sello de verso libre. El segundo tipo de inspiración en mi caso personal, sólo se da cuando estoy en la creación de un poema de corte clásico, en particular “el soneto” y casi nunca frente al tipo anterior. Trabajo la idea , hasta darle la forma adecuada incluso sobre poniéndome al cansancio . Eso sí debo hacer notar que en los dos casos si el texto escrito no es poético, lo desecho de inmediato pero una vez que lo he concluido. En el primer caso es más fácil darse cuenta cuando ello no se cumple y soy afortunado, pues en él no he invertido gran cantidad de tiempo, ni trabajo.

Bueno, la idea que traigo aquí, es tomar un poema ya publicado hace bastante tiempo, en el año 2004 y no solamente pulirlo aún más, sino tomarlo como un idea para llevarlo a una versión escrita como soneto, tratando de extraer de él, el máximo posible de sus elementos y por supuesto agregándole los ritmos correspondientes al soneto, en particular, el de número (endecasílabo), la rima (ABBA, ABBA, CCD, CCD), y el ritmo de acentos que le da finalmente la posibilidad de llamarse soneto. Creo que ambos, como lo pueden apreciar quienes lo lean, tienen poesía inmersa en ellos.

Así, traigo la versión en verso libre publicado en el año 2004:

I. MUJER

Energía radiante
péndulo de amor.
Alma que mueve montañas,
cuerpo refugio de emociones
pechos dadores de vida.

Rostro ungido por la ternura,
miradas que vigilan horizontes.
Haces florecer ríos en los ojos,
con labios que beben pasión
y manos latiendo anhelos.
Eres universo de caricias.

Tu sino es parpadear corazones
llevándolos a los jardines
de tu castillo encantado,
volcanes hacen lechos de fuego
dónde ríos de lava recorren
tus valles, tus montes...

Buscas germinar semillas
en el silencio de los pasos
con ilusiones adheridas a la piel,
recordando como tu alma
encarnó en la tibieza
del vientre de otra mujer.

¿Eso? Es sólo un átomo de lo que eres tú.

La versión en soneto, escrita en este mes de octubre de 2014:

II. MUJER
A todas las mujeres del mundo, este poema que es sólo un átomo
de lo que ella es. En especial a ti.

Energía radiante del amor,
tú, mujer, eres alma vigilante
de un volcán en tu lecho desafiante
a la pasión de un rostro sin temor.

Tu mirada no tiene desamor
tienes rostro por siempre cautivante
a los ojos de tu hombre muy expectante
de caricias por pieles en clamor.

Con tu rostro conmueves universos,
Ilusionan tus gemas hechas versos
donde ríos de lava queman ojos.

Los latidos en tu cuerpo, muy inmersos
esperando los tiernos labios tersos,
son el sino de Dios, sin abrojos.


© Lionel Henríquez B. 25 de octubre de 2014

XVI. MUERTE

Sobre una mesa de mármol,
con adornos barrocos incrustados
se balanceaba la báscula con las cenizas,
sumergida en mezcla de sal, azufre, mercurio.
En negras sillas, sentados todos los maestros
con oquedades profundas, con blancas túnicas
esperaban el veredicto del sumo sacerdote.

Él, desde la altura observaba entre cuadros
a los extranjeros, esperaba después de ese rito
sumergir su energía vital tras abiertos portales
a postrarse de cuerpo al suelo y brazos en cruz
entre veredas con piedras amalgamadas con tinta
azufrada de otros iniciados en el templo mortecino…

Con voz omnipotente, pidió a quienes le colaboraban
escribir con sus plumas de oro y con sus propias luces
en las paredes, en las nubes, en el sol, en la luna
el nombre del nuevo integrante de la cofradía cósmica.,
la balanza se había inclinado en dirección a las estrellas.

Cerrándose la puertas del nicho, el ánfora de bronce
custodiada por racimos de rosas y gladiolos blancos
con oraciones sentidas de quienes siempre lo amaron,
entregará a las manos omniscientes su contenido
para moldear una nueva energía, sin recuerdos.

© Lionel Henríquez B. Julio de 1990.

XVII. ILUSIÓN

Dará alas al vacío
recorrerá mil formas
conocerá el sentido.

En viaje por árboles, estrellas
con amor, apasionado, tierno
perfilará el sentido.

Oirá
palomas, gavilanes
impertinente dualidad.

Mirará
peces, delfines
imperecedera dualidad.

En viaje por sueños, vigilias
con voluntad, perseverancia
acariciará el sentido.

Oirá
tierra, mar
impetuosa unidad.

Mirará
sol, luna
apacible unidad.

Escuchando, mirando
pensamientos, latidos
descubrirá el sentido.

Escuchando y mirando
con alas de vacío
conjugará el sentido.

© Lionel Henríquez B. Marzo de 1990

XVIII. DESTINO

En profundo silencio
con serena reflexión
su indómito espíritu
sancionará el tiempo
junto con su verdad…

Cabalgó por raíces
con insistente afán,
sació su corazón,
creyó en su ventura
al ver sus claros días.

Acarició las ramas
en peregrino hastío
bebió sabia del zumo,
confundió el éxtasis
de amapolas en flor.

Al soñar su camino
con inclinada pose
velando su emoción
desató su mirada
de los mantos de nubes…

A través de la hojas
con vital voluntad
en colores su vista,
conocerá los astros
sumidos en el cosmos..

Por entre los pétalos
y esencias perfumadas
del amor por la vida,
vivirá la penumbra
en su gran claridad.

Al separar árboles
con poderoso juicio,
intuirá su ilusión
conjugará los plazos
del azar en los dados…

En lento caminar
con ojos muy tranquilos
y con su cuerpo erguido,
su alma no reprimida
inferirá su rumbo.

© Lionel Henríquez B. Febrero de 1993

XIX. RENACIMIENTO

Bajo el cielo de la Tierra
entre murallas acantonadas
yacía la calavera del tiempo:
vaivén de esporas seculares.

Al acariciar sus senos frontales
desperté el ancestro de sus arcanos
que dormía entre sus manos.

Desterré sus arquetipos
desde los humores de la madera,
viajamos en el túnel del silencio...

Sobre la Tierra parturienta
dejé la muerte de mi sombra
en la gruta de los helechos.

© Lionel Henríquez B. Febrero de 1993

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